1
Hay un Dios, que es infinitamente perfecto, que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
FATELA surge como una iniciativa de las iglesias nacionales de la Alianza Cristiana y Misionera en Colombia, Ecuador, Perú y Estados Unidos en el año 1997, con el objetivo de capacitar, en cuanto al nivel de Maestría, a pastores, misioneros y maestros de la iglesia, dando un nuevo nivel práctico-teológico al ministerio cristiano en la región.
Iniciamos de manera semipresencial, en las ciudades de Cali (Colombia), Lima (Perú) y Quito (Ecuador). En los siguientes años, llegamos a Buenos Aires (Argentina), Santiago de Chile (Chile), São Paulo (Brasil) y Santo Domingo (República Dominicana). Actualmente, todos nuestros programas se ofrecen de modo virtual.
FATELA está auspiciada por las iglesias Alianza Cristiana y Misionera de América Latina y The Christian & Missionary Alliance Church de los Estados Unidos. Además, cuenta con el reconocimiento de la Confraternidad Latinoamericana Alianza (CLA) y la Confraternidad Mundial de la Alianza (Alliance World Fellowship).
FATELA está afiliada a AETAL/ICETE (International Council for Evangelical Theological Education). Tiene convenio del New York Theological Seminary (NYTS), el Midwestern Baptist Theological Seminary (MBTS) y el Alliance Theological Seminary en Nyack (ATS/Nyack), instituciones de educación superior donde nuestros graduados pueden continuar estudios doctorales.
FATELA mantiene una política abierta de servir a otras denominaciones e iglesias cristianas, cuyas prácticas guarden concordancia con los principios y doctrinas de la Alianza Crisiana y Misionera. Como comunidad académica y pastoral, FATELA es reconocida por su alto nivel teológico – práctico y por su compromiso con la excelencia en la capacitación profunda de hombres y mujeres, que aspiran a liderar y capacitar a otros con solidez bíblica y teológica, en sus servicios ministeriales.
(adoptada de la Confraternidad mundial de la Alianza)
1
Hay un Dios, que es infinitamente perfecto, que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Murió en la cruz, el Justo por los injustos como sacrificio sustitutivo, y todos los que creen en Él son justificados sobre la base de Su sangre derramada. Resucitó de entre los muertos según las Escrituras. Ahora está a la diestra de la Majestad en las alturas, como nuestro gran Sumo Sacerdote. Vendrá otra vez para establecer Su reino de justicia y paz.
6
Jesucristo ha provisto la salvación para todos; y los que se arrepienten y creen en Él, nacen de nuevo del Espíritu Santo, reciben el don de la vida eterna y se convierten en hijos de Dios.
7
Es la voluntad de Dios que cada creyente en unión con Cristo sea lleno del Espíritu Santo. Por consiguiente, cada creyente debe ser completamente santificado, separado del pecado y del mundo y dedicado a Dios plenamente. A través de la llenura del Espíritu Santo, el creyente recibe poder para vivir una vida santa y de servicio eficaz al Señor. La santificación es distinta en naturaleza a la conversión, subsecuente a ella, pero no necesariamente distante la una de la otra.
8
En la obra redentora del Señor Jesucristo hay provisión para la sanidad integral de toda persona. La oración por los enfermos y la unción con aceite se enseñan en las Escrituras y son privilegios de la Iglesia en la época actual.
3
El Espíritu Santo es una Persona Divina, enviada para morar, guiar, enseñar, distribuir dones, empoderar al creyente, y convencer al mundo de pecado, justicia y juicio.
4
El Antiguo y Nuevo Testamento, infalibles como se dieron originalmente, fueron inspirados verbalmente por Dios y son una revelación completa de Su voluntad para nuestra salvación y la redención de la creación. Constituyen la única regla divina de la fe y práctica cristiana.
5
El hombre y la mujer fueron creados originalmente a imagen y semejanza de Dios; ambos cayeron por su desobediencia, incurriendo tanto en la muerte física como en la espiritual. Todos nacen con una naturaleza pecaminosa, separados de la vida de Dios, pero pueden ser salvos solo mediante la obra expiatoria del Señor Jesucristo. Lo que corresponde a los incrédulos, es la separación eterna y consciente de Dios; y al creyente, gozo eterno en la presencia de Dios.
9
La Iglesia está formada por todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo, los redimidos por Su sangre que nacen de nuevo del Espíritu Santo. Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la Iglesia, que ha sido comisionada por Él para ir por todo el mundo como testigo, predicando el Evangelio a todas las naciones. La iglesia local es el cuerpo de creyentes en Cristo, que se unen para adorar a Dios, para edificarse mediante Su Palabra, para orar, tener comunión, proclamar el Evangelio y participar de las ordenanzas del bautismo y la Santa Cena.
10
Habrá una resurrección corporal de los justos e injustos; para los primeros será una resurrección para vida; para los segundos, una resurrección para juicio.
11
La segunda venida del Señor Jesucristo es inminente, personal y visible. Es la esperanza bienaventurada del creyente, una verdad vital que incentiva a vivir una vida santa y de servicio fiel en el cumplimiento de la Comisión de Jesús.
(adoptada de la Confraternidad mundial de la Alianza)
1
Hay un Dios, que es infinitamente perfecto, que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Murió en la cruz, el Justo por los injustos como sacrificio sustitutivo, y todos los que creen en Él son justificados sobre la base de Su sangre derramada. Resucitó de entre los muertos según las Escrituras. Ahora está a la diestra de la Majestad en las alturas, como nuestro gran Sumo Sacerdote. Vendrá otra vez para establecer Su reino de justicia y paz.
3
El Espíritu Santo es una Persona Divina, enviada para morar, guiar, enseñar, distribuir dones, empoderar al creyente, y convencer al mundo de pecado, justicia y juicio.
4
El Antiguo y Nuevo Testamento, infalibles como se dieron originalmente, fueron inspirados verbalmente por Dios y son una revelación completa de Su voluntad para nuestra salvación y la redención de la creación. Constituyen la única regla divina de la fe y práctica cristiana.
5
El hombre y la mujer fueron creados originalmente a imagen y semejanza de Dios; ambos cayeron por su desobediencia, incurriendo tanto en la muerte física como en la espiritual. Todos nacen con una naturaleza pecaminosa, separados de la vida de Dios, pero pueden ser salvos solo mediante la obra expiatoria del Señor Jesucristo. Lo que corresponde a los incrédulos, es la separación eterna y consciente de Dios; y al creyente, gozo eterno en la presencia de Dios.
6
Jesucristo ha provisto la salvación para todos; y los que se arrepienten y creen en Él, nacen de nuevo del Espíritu Santo, reciben el don de la vida eterna y se convierten en hijos de Dios.
7
Es la voluntad de Dios que cada creyente en unión con Cristo sea lleno del Espíritu Santo. Por consiguiente, cada creyente debe ser completamente santificado, separado del pecado y del mundo y dedicado a Dios plenamente. A través de la llenura del Espíritu Santo, el creyente recibe poder para vivir una vida santa y de servicio eficaz al Señor. La santificación es distinta en naturaleza a la conversión, subsecuente a ella, pero no necesariamente distante la una de la otra.
8
En la obra redentora del Señor Jesucristo hay provisión para la sanidad integral de toda persona. La oración por los enfermos y la unción con aceite se enseñan en las Escrituras y son privilegios de la Iglesia en la época actual.
9
La Iglesia está formada por todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo, los redimidos por Su sangre que nacen de nuevo del Espíritu Santo. Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la Iglesia, que ha sido comisionada por Él para ir por todo el mundo como testigo, predicando el Evangelio a todas las naciones. La iglesia local es el cuerpo de creyentes en Cristo, que se unen para adorar a Dios, para edificarse mediante Su Palabra, para orar, tener comunión, proclamar el Evangelio y participar de las ordenanzas del bautismo y la Santa Cena.
10
Habrá una resurrección corporal de los justos e injustos; para los primeros será una resurrección para vida; para los segundos, una resurrección para juicio.
11
La segunda venida del Señor Jesucristo es inminente, personal y visible. Es la esperanza bienaventurada del creyente, una verdad vital que incentiva a vivir una vida santa y de servicio fiel en el cumplimiento de la Comisión de Jesús.